Malla de simple torsión, el vallado más común y versátil del mercado.
Es posible que no sepas a qué nos referimos cuando hablamos de malla de simple torsión, pero seguro que reconoces de manera instantánea este tipo de vallado si te hablamos de malla de rombo. Su forma es inconfundible y sus aplicaciones infinitas, aunque conviene profundizar en sus características y posibilidades para saber cómo, cuándo y dónde se recomienda su instalación.
La malla de simple torsión es el vallado más común en todo tipo de instalaciones, conocida popularmente como malla de rombo por la forma de sus aperturas. Sus características y ventajas han propiciado que se convierta en la opción de enrejado más demandada en todas sus variables, que son muchas con respecto a su tamaño y acabados.
La principal característica de la malla de simple torsión es el material que la compone: el alambre de acero galvanizado, plastificado o ambos, es una propuesta que combina resistencia y flexibilidad en el mismo vallado. Gracias a estas particularidades, la malla de simple torsión puede instalarse en todo tipo de entornos.
Por lo general, la malla simple torsión suele comercializarse en rollos de 25 metros a distintas alturas, siendo las más comunes las de 100, 125, 150, 175 o 200 cm, aunque con la fabricación y la instalación adecuadas puede alcanzar los 4 metros de altura.
En cuanto a los acabados, el más recurrente es el galvanizado, aunque también se fabrica plastificado en diversos colores -generalmente verde-. Por su parte, las aperturas romboides suelen presentar una medida de 50 mm, si bien también es posible su fabricación en 40 mm, y el grosor del alambre también puede variar en función de las necesidades de la instalación.
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Cuando hablamos de un vallado de simple torsión nos referimos fundamentalmente a la propia malla. Sin embargo, para poder instalarla es necesario contar con una serie de accesorios, algunos son imprescindibles en su colocación y uso; otros, complementarios y recomendables en determinados casos:
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La respuesta rápida en torno a las posibilidades de instalación de la malla de simple torsión es fácil: prácticamente en cualquier entorno. Sin embargo, lo cierto es que hay espacios en los que puede resultar más apropiado apostar por un material más económico o más robusto, por lo que es importante concretar dónde se aplica habitualmente este tipo de vallado.
Aunque no es la opción de vallado más habitual en zonas residenciales, no es extraño ver una malla simple torsión delimitando urbanizaciones, viviendas unifamiliares o fincas rurales dedicadas a la residencia. Al fin y al cabo, brindan la protección suficiente a los espacios cuando se combinan con otros mecanismos de seguridad internos.
En el caso de las instalaciones deportivas, sin embargo, vemos como la malla de simple torsión es la tónica habitual en todo tipo de pistas al aire libre. Una curiosidad interesante en torno a este tipo de emplazamientos es el tamaño de la apertura en forma de rombo, que suele tener tamaños más reducidos en espacios dedicados al pádel, el tenis o el frontón, con el fin de evitar la pérdida de pelotas.
En las zonas industriales, en las que las naves suelen contar con una protección exterior, la malla de rombo es una apuesta segura: adaptando la altura y los complementos a las necesidades y circunstancias del entorno y de la propia nave, sobre todo en materia de seguridad, no hay duda de su validez como limitante ante posibles intrusiones.
Por su parte, los recintos dedicados a la explotación agraria o ganadera encuentran en la malla de simple torsión un sistema de protección bidireccional: evita el acceso de intrusos al espacio -tanto humanos como animales- y dificulta la salida no autorizada de mercancía, además de restringir el movimiento de la ganadería hacia el exterior.
Fuera de la ganadería, las mascotas de gran envergadura también constituyen un uso frecuente en este tipo de vallados. La malla de simple torsión se emplea para crear recintos específicos de tamaño considerable para mantener, sobre todo, a los perros ubicados en espacios rurales, donde conviene evitar su salida a caminos y carreteras.
Si atendemos a la infinidad de posibilidades que presenta la malla de simple torsión no es posible dar un precio concreto para una instalación. Hablamos de un producto que depende en primer lugar de su altura y longitud, en segundo lugar de los acabados seleccionados y, en tercer lugar, de los complementos y accesorios que se puedan requerir para que se adapte al entorno y cumpla a la perfección con su cometido.
Las ventajas de instalar una malla de simple torsión a la hora de vallar un recinto de cualquier índole se pueden intuir fácilmente si atendemos a sus características, si bien conviene recordarlas, ya que no siempre tenemos en cuenta todos los beneficios que puede llegar a brindar una elección correcta a efectos de vallado:
En general, las preguntas más repetidas por los usuarios en torno a la malla de simple torsión van dirigidas a sus posibilidades de instalación y durabilidad. En este sentido, se trata de dudas comprensibles dada la recurrencia en la instalación del producto, por lo que tratamos de resolverlas a continuación.
La posibilidad de instalar una malla de simple torsión sin cimentación previa es real, aunque no es lo más recomendable. Puede usarse en terrenos blandos o en instalaciones de uso temporal, pero lo habitual es la fijación de postes mediante zapatas de hormigón para asegurar su estabilidad.
Aunque la durabilidad de una malla de simple torsión depende en gran medida de sus acabados y de las condiciones climáticas y ambientales a las que se vea sometida en su entorno, se calcula que puede durar como mínimo una media de 25 años.
Uno de los aspectos positivos de este tipo de vallados reside en su adaptabilidad: al tratarse de una composición flexible, es útil para instalarse en terrenos escarpados, pendientes, curvas y esquinas. Por tanto, el terreno nunca será un problema a la hora de escoger una malla de simple torsión.
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